1. En un tazón, combina los ingredientes húmedos. Mezcla hasta que esté bien integrado.
240 g leche
100 g masa madre activa
20 g miel
2. Agrega los ingredientes secos y mezcla hasta que se forme una masa. Cubre con film transparente o con un paño de cocina y deja reposar de 30 a 60 minutos.
360 g harina todo uso
5 g sal
3. Transfiere la masa a una superficie enharinada y amasa durante 5 a 7 minutos, o hasta que se sienta suave y elástica. Vuelve a colocar la masa en el tazón y tápala. Deja reposar la masa a temperatura ambiente hasta que duplique su tamaño. Esto suele tardar entre 6 y 10 horas, dependiendo de la temperatura ambiente. Yo normalmente la dejo toda la noche.
Si no vas a cocer los muffins inmediatamente, puedes refrigerar la masa hasta por 24 horas y sacarla del refrigerador 30 minutos antes de cocerlos para que sea más fácil darle forma.
4. Coloca la masa sobre una superficie ligeramente enharinada. Espolvorea con harina o harina de maíz. Estira con un rodillo o extiende la masa con las manos hasta obtener un espesor de aproximadamente 2.5 cm / 1 pulgada.
5. Corta círculos y colócalos en una bandeja previamente espolvoreada con harina de maíz, espolvorea también un poco encima y cúbrelos con un paño de cocina. Déjalos reposar a temperatura ambiente durante 1 hora.
6. Precalienta la sartén a fuego medio-bajo. Coloca los muffins en el sartén cuidando que haya espacio entre cada uno. Tapa y cocina durante unos 4 minutos por lado o hasta que alcancen al menos 190 F° / 88°C.
7. Deja que los muffins se enfríen durante unos minutos antes de cortarlos.
Provecho!